Del 20 al 23 de noviembre de 2025 participé por primera vez en el Watercolor Plein Air Contest, organizado por la International Watercolor Society México en San Miguel de Allende.
El festival reunió a acuarelistas de distintos países bajo
un formato muy claro: tres categorías: Paisaje Urbano Nocturno, Paisaje Urbano
Diurno y Gente de San Miguel. El jurado estuvo integrado por Juan Zaragoza
(México), Darío Ccallo (Perú) y Vicente García (España). La logística, desde el
registro hasta la entrega de materiales, fue impecable.
Esa misma tarde llegó el primer reto: realizar un paisaje nocturno en San Miguel. El ejercicio fluyó bien; antes de comenzar alcanzamos a comer unos tacos que ayudaron a relajarnos después del viaje. Ya con el papel listo, me situé en el portal Allende, con vista a la iglesia y a la casa de Allende. El clima no favoreció el secado rápido, hubiera deseado que Hahnemühle no fuera el papel oficial del concurso, pero aun así la pieza pudo resolverse.
San Miguel de Allende tiene un significado especial en mi formación. En 2003 pinté por primera vez al aire libre en esta ciudad, junto a mi maestra Lorenza Capdevielle Van-Dick. Fue mi introducción formal al plein air. Volver ahora, con dos décadas de trabajo acumulado, y obtener un premio en mi primera participación en este certamen, cierra un ciclo importante que valía la pena documentar.
El viernes decidí trabajar junto al Centro Cultural El Nigromante. Aunque había pasado por ahí en ocasiones anteriores, lo que definió mi elección fue la luz que me recibió al llegar manejando: venía completamente en contra, creando un contraste que valía la pena explorar. Trabajé con manchas amplias, por zonas y capas, permitiendo que la acuarela hiciera lo suyo sin sobretrabajarla. En concursos así existe la tentación de impresionar con exceso de detalle; preferí una economía de medios, mantener blancos estratégicos y una técnica honesta.
En la categoría de Gente de San Miguel, el proceso fue similar, aunque más cómodo, sentado en una banca pública justo frente a los famosos churros San Agustín. Con las obras terminadas, finalmente pudimos relajarnos y esperar el domingo de premiación.
Horas antes de los resultados hubo un convivio muy agradable donde pude conversar con varios amigos acuarelistas e intercambiar puntos de vista. De pronto, una llamada por el sonido del lugar solicitó mi presencia: una de mis obras se había vendido. Para mi sorpresa, fue la pieza nocturna. Después vinieron agradecimientos y mensajes de los organizadores y autoridades. En ese momento llegó un gran amigo acompañado de su familia, quienes han apoyado mi carrera desde 2010. Fue una visita muy significativa.
Ya con la premiación en marcha y los nervios propios del momento, escuché los anuncios de tercer y segundo lugar. Finalmente llegó el turno de mi categoría más fuerte, Paisaje Urbano Diurno, donde me sentí especialmente cómodo. Y entonces: “El primer lugar se va a Cuautla: Rodrigo Chávez Salazar”.



No hay comentarios:
Publicar un comentario